Las Sombras y Yo: Cómo aprender a convivir con ellas (y Reírnos Juntas)
Las sombras. Ese tema incómodo que a todos nos pone los pelos de punta al principio, pero que, con el tiempo, se convierte en una compañera inseparable en el camino del crecimiento personal y espiritual. Porque, seamos sinceras: si estás leyendo esto, probablemente ya te has topado con tus sombras más de una vez… y puede que hayas querido salir estás corriendo.
Pero aquí viene la gran revelación (¡alerta de spoiler!): no podemos huir de nuestras sombras. Lo que sí podemos hacer es aprender a convivir con ellas, integrarlas y, lo más importante, reírnos un poco de ellas en el proceso. Porque sí, aunque no lo parezca, nuestras sombras también tienen sentido del humor. Solo necesitas darles la oportunidad.
¿Qué son las sombras? (Y por qué nos asustan tanto)
Las sombras son esas partes de nosotr@s mism@s que preferimos no ver: Inseguridades, miedos, patrones tóxicos, creencias limitantes… todo aquello que hemos empujado al "armario de lo incómodo" porque no sabemos cómo manejarlo. Pero, ¿adivina qué? Por más que intentes ignorarlas, ellas siempre se encuentran la manera de salir a saludar. A veces en forma de un ataque de celos, otras como una reacción desproporcionada ante algo aparentemente pequeño, y otras, simplemente, como esa voz interna que te susurra: "¿Seguro que eres lo suficientemente buena para esto?".
¿Y por qué nos asustan tanto? Porque enfrentarnos a nuestras sombras significa mirarnos al espejo con brutal honestidad. Y, seamos franc@s, hay días en los que ese espejo no tiene un filtro amable. Pero aquí está el truco: tus sombras no están ahí para castigarte. Están ahí para enseñarte. Y si logras escucharlas (con una sonrisa, a ser posible), descubrirás que tienen más cosas buenas que decirte de lo que imaginabas.
Las sombras y el drama: una relación tóxica
Si algo he aprendido trabajando conmigo misma y con otras personas, es que las sombras aman el drama. Son expertas en convertir un pequeño desencuentro en una tragedia griega. ¿Has tenido alguna vez una discusión que empieza porque alguien no te contestó un mensaje y termina con la conclusión de que nadie te quiere y siempre estarás sola? ¡Felicidades! Has conocido a tu sombra del abandono.
El problema no es la sombra en sí, sino el peso que le damos. La escuchamos como si tuviera la verdad absoluta, cuando en realidad está dramatizando para llamar nuestra atención. Y aquí entra el humor como nuestra mejor herramienta. Porque cuando puedes reírte de tus sombras –y de la novela que montan–, les quitas el poder. Y sin poder, las sombras se transforman en algo mucho más manejable.
El día que me reí de mi sombra (y gané)
Déjame contarte algo personal. Durante años, una de mis sombras más fuertes fue la sensación de no ser suficiente. No es suficiente buena, no es suficiente capaz, no es suficiente joven, no es suficiente lo que sea. Y esa sombra apareció en todas partes: en mis relaciones, en mi trabajo, incluso en mis meditaciones (¡qué descaro!).
Recuerdo un día en particular, después de un comentario hiriente que alguien hizo sobre mi voz en redes sociales, en el que mi sombra me llevó directo al abismo del drama: "¿Ves? Te lo dije. No deberías estar aquí. No sirves para Esto con tu edad, con esa voz de ultratumba. En ese momento, algo cambió. En lugar de seguir alimentando esa narrativa, me escuché y,le dimos la vuelta a la tortilla," es necesario mucho valor par salir ahí, exponerse sin rozar la perfección," me dije a mi misma en medio de la tragedia griega, deberías valorar y valorarte por trazarte metas y lograrlas enfréntandote al miedo, el fracaso o la posibilidad de no ser suficientemente buena.
Esa pensamiento desarmó todo el peso del momento. No porque la sombra desapareciera mágicamente, sino porque dejó de tener el control. Ese día entendí que mis sombras no eran mis enemigas. Solo necesitaban ser escuchadas, y yo necesitaba aprender a ponerles límites.
Cómo convivir con tus sombras (sin perder la cabeza)
Si te encuentras luchando con tus sombras, aquí van algunos consejos prácticos que a mí me han funcionado:
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Reconócelas: El primer paso es darte cuenta de que están ahí. No las ignora ni las niegues. Una sombra ignorada es una sombra más ruidosa.
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Escúchalas (pero con un filtro): Las sombras suelen exagerar. Escucha lo que tienen que decirte, pero no te creas todo lo que dicen. Pregúntate: "¿Esto es realmente cierto, o es solo el drama hablando?"
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Ríete con ellas: La risa desactiva el ego y te ayuda a tomar perspectiva. Cuando sientas que una sombra está tomando el control, pregúntate: "¿Qué tan ridícula es esta historia que me estoy contando?" A veces, el simple hecho de reírte cambia toda la energía.
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Habla con ellas: Esto puede sonar raro, pero funciona. Pregúntale a tu sombra qué necesita de ti. Muchas veces, solo quiero ser vistas y aceptadas.
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Agradece la lección: Las sombras están ahí para enseñarte algo. Agradece lo que te están mostrando, incluso si en el momento no parece evidente.
Amig@s, ríanse (y brillen con sus sombras)
Las sombras no son el enemigo. Son una parte de ti que necesita amor, compasión y, sí, un poco de humor. Así que, la próxima vez que aparezca tu sombra del abandono, del rechazo o del "no soy suficiente", hazme caso: no le des el poder de dirigir tu vida. Escúchala, pero ríete con ella. Porque ahí, en ese momento exacto en el que decide soltar el drama y elegir el humor, es donde ocurre la magia. Tus sombras dejan de ser un peso y se convierten en un aliado para tu crecimiento.
Recuerda: no estás aquí para ser perfecto. Estás aquí para ser humano. Y ser humano incluye abrazar tus luces y tus sombras, y reírte a carcajadas en el camino de la experiencia en la tercera dimensión.
Las Sombras y Yo: Cómo aprender a convivir con ellas (y Reírnos Juntas)
Las sombras. Esas partes de nosotr@s que, cuando aparecen, nos hacen sentir como si el mundo estuviera al revés. No sé tú, pero yo las conozco muy bien. Tanto, que hasta les he puesto un nombre: la extraña que vive en mí . Sí, porque cuando me pongo sombría, cuando mis pensamientos y emociones empiezan a oscurecerse, siento que viene esa versión de mí que no siempre quiero ver... pero que inevitablemente está ahí.
"La extraña que vive en mí" no avisa. Simplemente llega, abre la puerta de mi vida, se sienta cómodamente y empieza a quejarse de todo. Que si "esto no está bien", que si "¿para qué intentarlo?", que si "mira qué mal te ves hoy". Es casi como si tuviera un guion bien ensayado. Y claro, al principio me enfado con ella. Le digo que no tengo tiempo para sus dramas, que estoy ocupada intentando vibrar alto . Pero al final, siempre me doy cuenta de que viene por algo: para recordarme lo que necesito mirar en mí.
¿Quién es "la extraña que vive en mí"?
Todos tenemos una versión de nosotros mismos que evitamos mirar. Esa sombra que, cuando aparece, parece tomar el control y dejarnos sin ganas de enfrentarnos a nada. La extraña que vive en mí es mi sombra más incómoda: una mezcla de inseguridades, miedos y creencias limitantes que, cuando se combinan, son como un cóctel molotov emocional.
Y lo curioso es que no viene cuando las cosas van mal. No. Suele aparecer justo cuando estoy a punto de dar un paso importante, cuando me estoy acercando a algo que realmente quiero. Es como si quisiera decirme: "¿Estás seguro de que puedes con esto? ¿Y si fracasas?". Al principio, pensaba que esta voz interna era mi enemiga. Pero con el tiempo he aprendido que, aunque tiene una forma torpe de comunicarse, solo quiere que esté preparada.
Las sombras no son malas, solo necesitan atención
Por mucho que queramos ignorarlas, nuestras sombras no van a desaparecer. De hecho, cuanto más las evitas, más ruidosas se vuelven. Porque las sombras, como "la extraña que vive en mí", no vienen para fastidiarnos la vida. Vienen para mostrarnos algo que necesitamos trabajar o soltar.
Por ejemplo, hace unos meses, estaba a punto de lanzar un curso nuevo. Todo iba bien hasta que, de repente, apareció "la extraña". Se sentó a mi lado y empezó: "¿Y si a nadie le interesa? ¿Y si no eres lo suficientemente buena? ¿Y si fracasa?". En lugar de intentar llamarla, decidí escucharla. Y entonces entendí que lo que realmente estaba haciendo era proyectar mis propios miedos sobre el curso. No era el curso el problema, era mi inseguridad. Y, como siempre, una vez que lo vi con claridad, todo empezó a fluir.
Cómo reírnos de nuestras sombras (sin negar su importancia)
Si algo he aprendido, es que el humor es la mejor herramienta para lidiar con las sombras. Cuando aparece "la extraña que vive en mí", en lugar de pelearme con ella, intento reírme con ella. Porque, seamos sinceras, algunas de las cosas que nos decimos a nosotras mismas cuando estamos sombrías son tan dramáticos que, si las miramos desde fuera, parecerían una telenovela.
Aquí van algunas cosas que hago cuando aparece "la extraña":
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Le doy la bienvenida: "Hola, extraña, veo que has vuelto. ¿Algo interesante que contarme esta vez?" Darle la bienvenida, en lugar de resistirme, hace que su presencia pierda peso.
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La invito a hablar: "A ver, cuéntame, ¿qué te preocupa? ¿De qué quieres protegerme esta vez?" Muchas veces, nuestras sombras solo necesitan ser escuchadas.
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Me río con ella: Cuando me doy cuenta de lo exagerada que puede ser, me río. "¿De verdad, extraña? ¿Todo esto por un simple error?" Esa risa no solo me relaja, sino que también cambia completamente mi energía.
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Le pongo límites: Una vez que he escuchado lo que tiene que decir, la despido amablemente: "Gracias por tu opinión, pero ahora tengo cosas que hacer. ¡Nos vemos la próxima vez!"
Amig@s, abracen a sus sombras (pero no olviden reírse con ellas)
Las sombras no son el enemigo. Son una parte de nosotras que necesita ser vista, escuchada y aceptada. Pero eso no significa que debamos dejarlas dirigir nuestra vida. Cuando aprendemos a convivir con ellas, a escucharlas sin dejarnos atrapar y, sobre todo, a reírnos con ellas, descubrimos que no son tan terribles como parecen.
Así que, amigas, la próxima vez que aparezca "la extraña que vive en ustedes", hagan esto: salúdenla, escúchenla, pero no olviden reírse con ella. Porque ahí, en ese momento exacto, es donde ocurre la magia. La sombra pierde su peso, el miedo se disuelve y lo que queda es pura humanidad. Y ser humano, con luces y sombras, es una experiencia increíble.
Y dime?? Te gustaría profundizar en este tema?? déjame un comentario y comenzaré a crear material que te ayude a transitar la senda de la sombra.